La Ruta del Directorio de este año tuvo lugar en Suiza, entre Altreu y Soyhières, pasando por el santuario de Mariastein, del 27 de julio al 8 de agosto. Es la décima vez que las Hermanas Oblatas caminan de etapa en etapa para renovar sus fuerzas, tener encuentros y también para rezar por una intención particular. El objetivo de la peregrinación de este año era dar gracias a Dios por nuestra vocación de Oblatas, la nuestra y la de la Congregación.
Algunas Hermanas caminaron, pero se invitó a todas las comunidades de Europa a unirse con una oración compuesta para esta ocasión. Cada Gloria Patri… o signo de la cruz pronunciado durante el día permitió alabar a Dios Trinidad.
Presentamos algunos ecos de esta ruta con extractos de las crónicas escritas para las Comunidades.
Extractos de la oración :
Alabado seas, Dios Padre nuestro, que eres el origen de
nuestra vocación de Oblatas de San Francisco de Sales. (…)
Alabado seas, Jesús, Hijo de Dios,
Tú eres la tierra en la que nuestra vocación echa raíces (…)
Alabado seas, Espíritu Santo, eterno
compañero de nuestra ofrenda al mundo (…)
Por nuestra vocación de Oblatas de San Francisco de Sales
Alabado sea Dios, Padre amoroso
Alabado sea Dios, Hijo Salvador
Alabado sea Dios, Espíritu Santo activo.
Amén
Oración, marcha y vida fraterna
Esta ruta significa sobre todo vivir nuestra vida de Oblatas, lejos de nuestras actividades cotidianas, pero sencillamente en medio de la naturaleza.
“Anteayer pasamos un día de descanso en el refugio de Ordons, un sitio maravilloso, un chalet para excursionistas y esquiadores. Aprovechamos para asar nuestras famosas cervelas (salchichas) del 1 de agosto, y por la noche incluso hicimos una fondue. Después pasamos una velada relajante en la que jugamos una buena partida de cartas suizas: el jass. Dos partidas muy animadas que acabaron en empate. Mucha estrategia, pero también muchas risas.”
Admiración y cambio de ambiente garantizados.
En la segunda etapa, las Hermanas descendieron del Weissenstein y admiraron la espléndida vista de los Alpes berneses. Llegaron a un refugio rústico en Wannenfluh. Muchos se sorprendieron al ver llegar a cuatro Hermanas:
“Al día siguiente nos enteramos de que unos campesinos nos habían seguido con sus prismáticos al ver que nos dirigíamos al inaccesible refugio. En efecto, como maquisards, atravesamos los campos de vacas para llegar al refugio escondido en la hondonada de un valle. Fue una experiencia realmente encantadora descubrir esta refugio cálido y auténtico. No hay agua potable. Como antaño, tuvimos que bombear agua de la cisterna y encender el fuego de la cocina de leña para hervir agua. Noche relativamente tranquila debido al búho que dio una larga conferencia de prensa”.
Encuentros
Tanto durante la caminata como en los alojamientos, las Hermanas peregrinas tuvieron encuentros maravillosos. En la calle, por ejemplo: “Al llegar a Soleure, Christophe nos ofreció bananos, que distribuye con su Asociación para que los alimentos no vendidos puedan al menos redistribuirse. En esta ciudad, las caminantes se alojaron en la Visitación. En este hermoso monasterio sólo queda una Visitandina, pero está rodeada por una comunidad salesiana de hermanas hindúes. La acogida fue muy calurosa, y las Oblatas se sintieron como en casa.
Durante el paso por Alsacia, los caminantes tuvieron un encuentro insólito: “Al llegar al paso de Neuneich, un grupo de unas treinta personas estaba tomando el aperitivo. Una señora celebraba sus 60 años con una religiosa amiga suya que celebraba sus 75 años. Se acercaron a nosotras para invitarnos a tomar una copa de champán con ellas, todo esto teniendo como fondo una excursión por la montaña. El hijo de la señora elabora champán en Montgueux, así que nos ofrecieron champán del Aube.”
“Nuestra ruta también se cruzó con dos aficionados a la historia de la Segunda Guerra Mundial. Hay muchos refugios tipo búnker en Alsacia”.
El encuentro más memorable para todas fue en Beinwill. En un antiguo monasterio benedictino hay un monasterio ortodoxo que las Oblatas pudieron visitar.
“Los monjes nos dieron una acogida fraternal excepcional. Nos esperaba una habitación con camas, ¡así como una auténtica ducha! Después, a las 17h, fuimos a la cripta guiadas por un monje para la liturgia, que duró hasta las 18h. La liturgia se cantó en moldavo y alemán. Después de la liturgia, nos invitaron a comer con los monjes y los huéspedes. El último momento hermoso que vivimos con los monjes fue el anuncio de la hora del oficio, que no se hace con campanas, sino con una tabla de madera que el monje de turno golpea con un mazo media hora antes del oficio, luego 15 minutos antes y después a la hora del oficio.”
Los imprevistos y la Providencia
Aunque las etapas estén bien planificadas de antemano, no faltan los imprevistos.
De camino a Beinvill, en la montaña, se avecina una tormenta, pero en el camino hay una cabaña de pastores. Era el momento de hacer una pausa para almorzar. “La Providencia fue benévola, porque tuvimos el tiempo justo para refugiarnos. Al ponernos de nuevo en marcha, rezamos para que la tormenta eléctrica que seguía rugiendo no nos impidiera caminar por el bosque. Durante la caminata, dos excursionistas que encontramos en el camino se detuvieron para ofrecernos un donativo de 50 francos para nuestra peregrinación. Les devolvemos con oraciones lo que tan generosamente nos han dado”.
Un día, al caer de la tarde, las Oblatas buscaban su campamento… que no aparecía por ninguna parte. Después de preguntar, descubrieron que estaba a 40 km de distancia. Así que se busca una solución. El refugio del día siguiente estaba libre esa tarde, pero estaba a 9 km y en pendiente. El propietario aceptó de venir a buscarlas.
“Pero cuando íbamos por el camino, se paró un coche grande. Era Denis, a quien habíamos pedido con su mujer información sobre este camping desconocido, y se apiadó de nosotros. Al final nos llevó hasta el refugio de Ordons. Este señor fue de una amabilidad y delicadeza providenciales. Tuvo mucho mérito, porque nos encontramos en una ruta difícil. Desde ayer por la tarde, estamos en un refugio magnífico y hoy disfrutamos de un día de descanso. ¡Todo es gracia!”
La llegada
Antes de llegar a la casa de Soyhières, las peregrinas hicieron una última pausa:
«Caminamos a paso ligero por los senderos y los bosques, muy resbaladizos a causa de las tormentas, para llegar a tiempo a la misa del Vorbourg, pensando que era a las 15h cuando en realidad era sólo a las 15h30. Nos alegramos de encontrarnos con nuestras Hermanas en la capilla del Vorbourg.”