Madre María de Sales


1793-1875

Infancia

Teresa Chappuis nace el 16 de junio de 1793, en Soyhières, pueblito del Jura Suizo. Recibe el bautismo el mismo día de su nacimiento.
Su padre, antiguo guardia suizo al servicio de Luis XVI, se establece como hotelero o alberguista en su lugar natal. La niñez de Teresa es dichosa en una familia muy cristiana.
Teresita no tiene todavía cuatro años cuando asiste por primera vez a la Misa. En el momento de la elevación, tiene una verdadera revelación: “Comprendí todo, dijo ella más tarde; Dios se me reveló, vi lo que era el sacrificio del Salvador y recibí una impresión de luces que me son siempre presentes.”

maison Chappuis-soyhières

Vocación

Teresa disfruta tanto de las goces familiares que alejarse de los suyos le es muy penoso. Pensionista en la Visitación de Friburgo, se queda allí solamente tres años y está enferma casi todo el tiempo.
Llegado el momento de seguir la llamada interior que la atrae hacia el claustro, responde con gran valor. Pero apenas pasado el pórtico de la Visitación, se siente sobrecogida por un disgusto invencible hacia las prácticas religiosas; las luces admirables que había encontrado hasta entonces en la oración, desaparecen; pasa tres meses con tentaciones y angustias indecibles. Finalmente, no pudiendo más, habla de regresar a su familia.

¡En el hogar paterno, recibe una acogida más bien fría! Sus hermanos y hermanas repudian su irresolución, su padre y su madre parecen tristes. Ella, siempre unida a Dios, vive un poco alejada en la casa del tío, en las cercanías de los que tanto ama, pero sin participar más a las fiestecitas familiares y sufriendo mucho del aislamiento. Los tres años pasados así, de 1811 a 1814, son para ella el duro noviciado que la prepara a la santidad. Finalmente encuentra la paz del corazón, cuando, rompiendo con el mundo por un esfuerzo supremo, entra de nuevo a la Visitación y dice: “Es una cuestión terminada: ¡soy religiosa para siempre!”
Toma el hábito el 4 de junio de 1815 y recibe el nombre de María Francisca de Sales: nombres que indicaban a la vez su devoción a la Santísima Virgen y su amor filial hacia san Francisco de Sales.

Sus superioras la juzgan capaz, a veinticuatro años, de ejercer las funciones de maestra de novicias, primero a Metz, monasterio en fundación, y luego a Friburgo.

Monastère de Troyes

Superiora en el monasterio de Troyes

Luego, la dan como superiora al monasterio de Troyes, en donde va pasar la mayor parte de su vida.
Más joven que la mayoría de las hermanas, su pequeña estatura, su rostro que recuerda el candor de la adolescencia, la hacen parecer más joven de lo que es; sin embargo ella se impone por todo su conducta. “Vimos, decían las Hermanas de Troyes, lo que es una religiosa”. A todas estas cualidades, a un juicio de un aplomo raro, une una firmeza que no admite ninguna consideración fuera del deber y de la Regla.

El internado

Sus notables cualidades, conocidas rápidamente, hacen desaparecer poco a poco, después del período de crisis, las prevenciones que han suscitado las modificaciones introducidas en el reglamento del internado y la casa encuentra de nuevo la vida y la prosperidad de antaño.
Ella estimula el gusto por los trabajos serios, por los que pueden servir a las necesidades de la familia, al alivio de los pobres y al adorno de las iglesias. Su pensamiento educativo consiste en ejercitar a las jóvenes internas a la práctica de las virtudes que necesitarán más tarde y a ajustar sus costumbres a la vida devota que deberán vivir. De sus manos sale una generación fuerte, sólidamente cristiana, fiel al deber.

Luis Brisson

Un día, ve un joven seminarista que acompaña al sacerdote que viene a dar el Sacramento de los enfermos a una religiosa. El Señor la ilumina interiormente y la Madre dice al sacerdote: “Usted nos trajo hoy nuestro confesor; deben reservárnoslo, pues Dios lo escogió ara nosotras”. Y en efecto, este joven seminarista, el Padre Brisson, será capellán y confesor de la Visitación durante cuarenta y cuatro años.

Oblatos y Oblatas

En diferentes momentos de su vida, durante el espacio de cincuenta años, anunció la creación de los Oblatos de San Francisco de Sales. Afirma en 1863, durante una grave enfermedad, que sus días se prolongarán porque ella debe contribuir a la fundación de una obra de sacerdotes enrolados bajo el estandarte de san Francisco de Sales.

Mère Marie de Sales

Sus predicciones se confirman: ella misma ayuda con todas sus fuerzas al Padre Luis Brisson, capellán del Monasterio, para esta fundación, asegurando a Monseñor Ravinet, obispo de Troyes, que esta obra es querida por Dios, manteniéndose atenta a la fundación del colegio, cuna de la Congregación, reclutando los primeros miembros del Instituto y ratificándoles los designios de la Providencia sobre ellos. Se instituyen como Congregación sólo cinco años antes de la muerte de la Venerable Madre, dice: “Puedo morir pues ya están fundados”.
Conforme a esta predicción, los Oblatos reciben de Roma una aprobación, apenas dos meses después del último suspiro de la buena Madre.

Mucho tiempo antes, en 1858, desde su clausura, suscitó y ayudó a la fundación de una obra para jóvenes obreras. Quinientas jóvenes se reúnen con algunas directoras abnegadas. Las unas, internas, reciben el alimento, la vivienda y el trabajo en un taller adaptado para ellas; las otras, protegidas, reciben consejos, protección y un buen puesto en un hogar cristiano.

A pesar del celo de las personas puestas al frente de la obra, la buena Madre comprende que esta fundación será estable sólo si una comunidad religiosa se encarga de ella. Pero, ¿a quién confiársela? La Visitación es claustrada y no puede ocuparse de obras externas. Ella anima entonces al Padre Brisson para crear un nuevo Instituto no claustrado, diferente de la Visitación en cuanto a la regla exterior, pero animado del mismo espíritu, siguiendo el mismo Directorio espiritual. Así se establecen las Oblatas de San Francisco de Sales. Su finalidad es la evangelización, la educación humana y cristiana de la juventud. La Madre María de Sales es el principal instrumento de esta fundación. Ella misma prepara a las dos primeras Oblatas. Dios recompensa con gracias especiales esta fidelidad permanente.

La Venerable Madre Chappuis muere en Troyes el 7 de octubre de 1875, a los ochenta y dos años.

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