croix-memento

Hacia la casa del Padre de Hermana Maria-Isabel

Nota sobre la vida de nuestra querida hermana Maria-Isabel Meza Jurado

Breve reseña de la vida de nuestra querida Hermana María-Isabel Meza Jurado María Cristina nació el 25 de diciembre de 1943 – fiesta del nacimiento de Jesús – en Chirijo, Ecuador, y fue bautizada el 1° de enero de 1944. Era la séptima de los 15 hijos de la familia.

Sus padres, Miguel y Rosa, son agricultores y profundamente cristianos. Todos los días, la familia reza el rosario de rodillas y los niños nunca se van a dormir sin la bendición de sus padres.

Para poder asistir a misa los domingos, pues no hay capilla en el sector, el padre hace los sacrificios necesarios para construir una. Así crecieron los niños, en un ambiente religioso y amor a Dios. La hermana de María Cristina, Rufina (nuestra hermana Clara-Isabel, fallecida en 2000), entra donde las Oblatas, mientras que otras dos de sus hermanas ingresan en la Congregación de la «Madre Laura».

Alumna de la escuela primaria en Santa Magdalena de San Plácido, María Cristina pasa luego tres años como interna con nuestras hermanas en Manta. Deseosa de consagrar su vida al Señor, pide consejo al padre Manuel Meza, jesuita, quien la anima.

La joven ingresa al convento el 25 de febrero de 1964 y hace su postulantado en Betania, Colombia. Ayuda en el jardín de infantes y muestra talento para la enseñanza, que le gusta mucho, aunque es tímida y reservada. Siendo muy hábil con las manos, es una gran ayuda en la Comunidad. La joven hermana da clases de costura, pintura y bordado y enseña el catecismo con competencia y gran alegría. En Rocafuerte, estudia pedagogía en la Universidad de Portoviejo.

Pero en 1970, sus sueños de ser maestra se ven truncados por la enfermedad – esquizofrenia -, que la obliga a someterse a numerosos tratamientos y le impide vivir en la Comunidad. Su salud no le permite renovar sus Votos en 1971, por lo que continúa su vida religiosa como Agregada. Renueva su compromiso cada año hasta 1980, aceptando esta situación con un gran espíritu sobrenatural. Sin embargo, siente una gran pena al no poder llevar más el hábito religioso. En San Plácido, ayuda a nuestras Hermanas en las tareas domésticas, lavado y planchado, y sigue muy apegada a la Congregación.

En 1981, nuestra querida Hermana parece suficientemente recuperada para proseguir su deseo de vida religiosa, y es admitida para renovar sus votos por sexta vez como Oblata. Enseña la religión en la escuela primaria y secundaria, así como dibujo y
educación musical. Ejerce un fecundo apostolado con los niños, los jóvenes y las familias que necesitan consejo y escucha. Su talento para el canto la convirtió en un miembro apreciado del coro de la iglesia.

Sin embargo, su salud vuelve a ser preocupante y, aunque es admitida a los Votos perpetuos en 1982, tiene que ser hospitalizada en Guayaquil. Finalmente, restablecida, el 21 de noviembre de 1986, la Hermana María- Isabel se compromete definitivamente en la Congregación emitiendo sus Votos perpetuos en Manta. Nuestra querida Hermana ayuda todo lo que puede en Montecristi y luego en Manta con las tareas domésticas. Sin embargo, su salud sigue siendo muy frágil.
En 2006, tiene que ser hospitalizada de nuevo, primero en el hospital de Guayaquil y luego en Manta. Ella vive sus últimos años en la Residencia sanitaria Cottolengo de Manta, donde tiene la alegría de recibir la visita de la Madre María-Rita: nuestra querida Hermana se alegra de mostrarle el lugar de la capilla donde reza regularmente.

Sin embargo, su salud se deteriora rápidamente: el 23 de diciembre de 2023, mientras ensaya el papel de Santa Isabel que debe interpretar, se desmaya y no recobra el conocimiento. El Señor la acoge así dos días antes de su cumpleaños, en la víspera de cumplir 80 años.

Recemos por ella, para que cerca de nuestros santos Fundadores, encuentre la Paz y la Alegría prometidas a las almas fieles.
Como a todas nuestras queridas Hermanas que nos han dejado, le pedimos que interceda ante el Señor para que se despierte en el corazón de muchas jóvenes el deseo de consagrar toda su vida a Dios en nuestra hermosa vocación de Oblatas de San Francisco de Sales.